Hace alrededor de cinco años comenzamos a ver que a las puertas de las peluquerías tucumanas -y de todo el mundo- comenzaban a llegar cada vez más hombres pidiendo que les atendieran las barbas. Lo reflejamos en estas páginas, como una “revancha de la masculinidad”. En esos momentos aparecieron, en veredas opuestas, quienes las aman y quienes las odian, casi sin puntos medios. Y también, se decía, la barba es una cuestión de moda, una cosa pasajera.
A los y las que odian los pelos en la cara, les decimos: no, de ninguna manera, no se trataba de una moda. La barba se ha instalado con firmeza y ha dejado de ser un “accesorio” para convertirse en un rasgo de estilo personal. Cuidadas, prolijas, en algunos casos con obsesión, las barbas y bigotes marcan una vuelta a la masculinidad en su máxima expresión, dándole la despedida al casi lampiño metrosexual que se imponía los años anteriores.
En cada barrio, en las peatonales, en el centro, en Yerba Buena, en lugares impensables aparecen los típicos carteles giratorios con los colores azul y rojo. Ahí hay una barbería y parece increíble que sigan abriendo este tipo de locales por todos lados, pero no es más que el síntoma de que la cosa funciona y que el cuidado del pelo facial es un servicio muy solicitado por los tucumanos.
Pero, además, son espacios de recreación, de compartir un momento con otros hombres, donde se puede manifestar la masculinidad en sus infinitas expresiones. Algunos son fieles clientes y, como quien se toman una cerveza, se sientan en el sillón y se entregan a las manos que los dejarán acicalados, listos para salir al mundo.
Data extra
¿De dónde sale el farol rojo y blanco?
El origen del poste, polo, pole o farol de barbero se remonta a la edad media, cuando los barberos, además de atender los vellos faciales, hacían cirugías a sus clientes, principalmente extracciones de dientes, y también curaciones a los heridos en batalla. Por eso, se cree que las tiras rojas y blancas emulan los vendajes que aplicaban estos barberos multiusos, ya que en su momento las telas ensangrentadas se enroscaban en un poste y se colocaban en la puerta del local para indicar que allí se hacían esos servicios. El poste en sí mismo era un palo del que se agarraban los pacientes para menguar el dolor de las operaciones.
¿Qué estilo de barba me favorece?
Como ya dijimos, no se trata de dejar que la barba y el bigote crezcan a la buena de Dios, sino que es imprescindible guiar el bello para que favorezca. La regla general, dicen los expertos, es contrarrestar en cierta medida los rasgos, buscando equilibrar. Es decir, si tenés una cara alargada y fina, una barba alargada exagerará demasiado esa forma de rostro, y no es el objetivo. Lo ideal, al menos para la primera vez, es dejarla crecer e ir a una barbería a que te asesoren.